No todas las almas van al cielo. Algunas son reclamadas y atrapadas por el plano de las sombras, donde yacerán hasta el fin de su penosa existencia. Estos son los moradores del plano umbrío.

En un intento de recuperar su ánima inmortal, estas almas en pena cazan otros espíritus recién fallecidos, en tránsito hacia su lugar de reposo, para alimentar su existencia y alargar su tormento durante siglos.

Aunque su deambular errante solo les permite caminar por el plano de la sombra infinita, aquellos que llevan siglos consumiendo almas y fortaleciendo su esencia son capaces de romper y atravesar el velo que separa el mundo de tinieblas y el mundo material para asaltar a los vivos y robarles lo único que los hace inmortales.